No son muchas las oportunidades en las que experiencias realizadas in vitro con el objeto de evaluar la actividad biológica de drogas y otras sustancias, son representativas de lo que realmente ocurre cuando las mismas son administradas a un organismo viviente, constituyéndose este fenómeno en el paso limitante para la exitosa aplicación clínica de tales agentes. Esta diferencia observada puede ser fácilmente comprendida cuando recordamos que entre el sitio de administración de la droga y su órgano o tejido "blanco" existen múltiples barreras -ya sean anatómicas, químicas o biológicas- que deben ser atravesadas o evitadas para lograr el efecto terapéutico deseado.