Tomás Eloy Martínez publicó Santa Evita en 1996. En esta novela, en la que convergen elementos de literatura e investigación periodística, se entretejen distintas historias que tienen como protagonista a la misma figura: Eva Duarte de Perón. En total se pueden identificar cuatro líneas de sucesos que luego se unifican en la trama central. La principal, y a partir de la cual se construyen las tres restantes, es el secuestro del cadáver embalsamado de Evita por parte de los militares argentinos. La segunda tiene que ver con la lucha que le presentó la esposa de Perón al cáncer. La tercera narra las distintas funciones que cumplió durante el gobierno peronista y cómo sobrellevó las presiones políticas de ser la “abanderada de los pobres”. La cuarta describe la transformación que se produjo en ella desde que partió de su pueblo natal y empezó a trabajar en los primeros radioteatros hasta que conoció a Perón. En cada una de estas líneas se construye una figura distinta de Evita que convergen en la edificación definitiva:
Santa Evita. El propósito de este trabajo es analizar la construcción de cada una de ellas a partir de dos perspectivas opuestas: Jean Paul Sartre y Jacques Rancière. Sartre consideraba que la prosa es utilitaria. Según él, el escritor revela el mundo para que nadie sea indiferente a lo que acontece. La literatura es un medio para el compromiso político. Sin embargo, para Rancière, no existe un fin político por fuera de ella. La literatura hace política en tanto literatura. Esto se debe a que, en su interior, lleva adelante una reconfiguración sensitiva de aquello que representa.