La Historia, ontológicamente considerada, es un ente móvil, con una velocidad de aceleración creciente, es decir, con una acumulación cada vez más rápida de cambios significativos sociales, culturales, políticos y científicos. Si extendemos a la Medicina la analogía que estableció el filósofo argentino García Venturini entre la Historia y la teoría general de la relatividad de Einstein, podemos afirmar que la Medicina, en su continuo movimiento de progreso, está sometida a un registro de aceleración creciente, a la vez que aumenta la masa de sus conocimientos y la energía cinética, vale decir, la implicación universal, la fuerza expansiva de cada nuevo descubrimiento. De la misma manera, la historia clínica ha experimentado profundas modificaciones en su concepto y contenido específico, acompasadamente con las corrientes médicas de cada época.