Las lecturas de Leopoldo Lugones suelen tropezar con sus teorías políticas; obstáculo que demora la comprensión de la obra cuando no la reduce a aquella etapa que coincide con las ideas del lector. Las preocupaciones lugonianas han impuesto este riesgo a su literatura, acentuando los motivos de la prédica de sus ideas históricas, martilla das con el rigor del estilo. Sin embargo, la lectura consecuente identifica al hombre con la función que ambicionaba su pensamiento: el prosista se confirma en el servicio nacional, y el poeta en la nitidez de algunos temas y de una última forma sencilla, que hicieran ampliamente compartibles sus intuiciones de nuestro paisaje y de nuestra historia. Su literatura se apoya en las simpatías y los desacuerdos que sostienen el sentido moral del itinerario, confirmado en excelencias verbales que nacen de la misma raíz.