Universidad o diversidad de América indígena es uno de esos vastos problemas cuyo mero planteamiento requiere la movilización de muchos subtemas, engendradores de una amplia bibliografía. Ya sea que pretendamos una simplificación acelerada o que transemos por una mera aproximación a soluciones aún inencontrables, lo cierto es que de saber si hemos de considerar nuestro Continente, en una edad primigenia, como receptáculo humano, adscrito a la unidad o tendido hacia la diversidad, han de depender muchas respuestas. De ahí que sea urgente razonar el problema desde muchos de sus variados ángulos. En primer término, ¿existe el “hombre americano”? ¿No es una mera entelequia, un flatus vori, como se decía en la época de Ba- con? ¿Tiene verdadera corporeidad o es, apenas, la sombra de una sombra?