La concentración espacial de la producción hortícola es un fenómeno relativamente reciente en el país, pero que posee indicadores que hacen inevitable indagar acerca de sus causales y consecuencias. Dicha aglomeración se estructura principalmente en una región tradicional del sector, como es el periurbano productivo de La Plata (provincia de Buenos Aires). Este proceso comienza en los años noventa con una fuerte incorporación del invernáculo, siendo este paquete tecnológico responsable de profundos cambios cuanti y cualitativos, acentuando asimismo las ventajas competitivas de la región capital de la provincia de Buenos Aires (Le Gall, J. & García, M. 2010). A partir de allí, el crecimiento de la producción, del número de productores, de la superficie cubierta, de empresas proveedoras de servicios, y de toda una logística alrededor del sector parece no detenerse, dificultando así sostener como único efecto causalístico las ventajas competitivas que el invernáculo aportaría (García, 2016a).