¿Qué significa “comenzar” en literatura?, ¿cuáles son sus implicancias y sus efectos?, ¿cómo comenzaban los relatos en el pasado y cómo se inician en la actualidad?, ¿qué contaban las primeras frases? Certeras y potentes, sugiere Julio Premat en su libro Érase esta vez, esas primeras frases determinaban, imponían y anunciaban el sentido (“el tiempo del cambio, de la novedad, de la revolución; el tiempo del origen de la tradición, del canon; el tiempo en el que se planeaba, discutía y preparaba el futuro.”, p. 9). Pero los tiempos han cambiado — nuestra percepción del tiempo—, y preguntarse por los comienzos conduce inexorablemente a interrogarse acerca del tiempo hoy, un presente marcado por “la inestabilidad, la superposición y la rapidez”. Porque no se trata de indagar otros tiempos, el incierto “érase una vez”, sino que el interrogante que atraviesa el libro está anclado en el presente literario: “érase esta vez”, un comienzo que busca articular el relato del surgimiento de las cosas y la transformación de nuestra concepción del tiempo o, más precisamente, el cambio sobre los modos de leer.