¿Por qué interesarnos en el siglo XIX cuando nuestro siglo se va desarrollando de una manera tan vertiginosa? ¿Por qué volver la mirada a un siglo que parece caduco, un siglo de “héroes” ecuestres y mujeres con miriñaque, cuando en la actualidad la pantalla nos ofrece súper héroes y mujeres maravillas? ¿Por qué? Porque en ese siglo está el germen, la semilla que prendió durante el siglo XX y que en el XXI dio frutos. Pero, fundamentalmente, tenemos que volver la mirada al XIX porque es el momento en que —al menos en América Latina— se formaron los estados nacionales, se establecieron las bases para mirar hacia el futuro. Y son los intelectuales los que marcaron ese camino. Una intelectualidad que se formó en Europa, leyendo y escribiendo cartas, ensayos y ficción. Fueron hombres y también mujeres que se fueron abriendo camino en el campo cultural de aquella época y que dejaron precedentes. Sobre todo las mujeres que paulatinamente abandonaron el lugar destinado únicamente a los hombres y comenzaron a tener protagonismo, a interesarse y participar en la vida pública y a ser los espejos —para imitar, continuar o divergir— en los que se miraron las mujeres del XX. De esas mujeres habla Graciela Batticuore en "Lectoras del Siglo XIX", de sus hábitos y del imaginario que se construyó en torno al Romanticismo y que perduró en los primeros años del siglo siguiente.