Las Universidades Nacionales no atraviesan su mejor momento. Se encuentran desfinanciadas —algunas parcialmente y otras casi totalmente— y con los sueldos de sus trabajadores y trabajadoras en enorme retroceso en cuanto al poder adquisitivo. Además, las instituciones universitarias de arte, ciencia y tecnología, sufren una fuerte escalada de desprestigio que intenta relativizar su importancia, menoscabar su valor, presentándolas más como un gasto del Estado que como una inversión estratégica y un derecho. La educación pública, laica y gratuita se encuentra amenazada en su conjunto.
Paradójicamente, el gobierno nacional —quien debería velar por estas instituciones que con gran esfuerzo construyeron una reputación reconocida en todo el mundo— no hace más que conspirar contra su desarrollo a través de las acciones y los dichos de sus funcionarios electos y designados. En ese marco, desde nuestro espacio de trabajo, redoblamos el esfuerzo en pos de generar nuevos y mejores conocimientos en investigación y en producción artística. Así, el quinto número de Clang se impone como parte de la resistencia contra estos atropellos.