Desde épocas muy remotas ha venido el hombre experimentando la temeraria ambición de averiguar los secretos que pudiera albergar la tierra en sus altas latitudes, y de enseñorearse del suelo imaginativamente misterioso de sus polos. Larga es por lo tanto la historia de las tentativas heroicas con que fué jalonándose en el curso del tiempo el camino hacia la difícil meta. Al entrarse al último cuarto del siglo pasado, se había andado ya mucho de él; pero su final por entonces hallábase bastante lejano todavía. Los obstáculos que tan obstinadamente suelen oponerse a su acceso, lograban resistir aun las acometidas de los expedicionarios, cobrando elevado precio en vidas y en dinero al audaz atrevimiento que las impulsaba. Los sucesivos fracasos de esas empresas no habían conseguido, sin embargo, quebrar la fe del hombre en el triunfo final de sus empeños, ni agotar las fuentes de su coraje.