En español
En el apogeo de la Época de Oro del cómic mexicano, más del 60% de los cerca de setenta millones de historietas impresas cada mes pertenecían al llamado género de la historieta romántica, con una audiencia conformada mayoritariamente por mujeres. El éxito de este tipo de historieta se debe a artistas como Laura Bolaños, Elía D’Ezrel y Yolanda Vargas Dulché, quienes llegarían a convertirse en pilares del género en México. La representación de la mujer ofrecida por estos cómics se distanciaba del modelo progresivo y proto-feminista de mujer moderna propuesto en los primeros pepines de la Época de Oro, privilegiando en cambio la imagen de la mujer tradicional, una figura silenciosa, abnegada, servil, y virtuosa, promovida como ideal patriótico en la propaganda estatal de la década del cuarenta, en respuesta a los modelos alternativos. En la década del noventa, con la aparición de lo que aquí se denomina el cómic feminista de Cecilia Pego y Cintia Bolio, se aprecia un cambio de paradigma, nacido del interés de estas autoras por tomar las riendas de la representación de las subjetividades y temáticas asociadas con los personajes femeninos, denunciando la opresión, las manifestaciones del machismo y el conservadurismo del medio en el que se desempeñan.
En español
At the height of the Golden Age of Mexican comics, more than 60% of the nearly 70 million issues printed every month belonged to the genre of the so-called romantic comic, with an audience largely composed of women. The success of this type of comic was a result of the work of key artists such as Laura Bolaños, Elía D’Ezrel, and Yolanda Vargas Dulché. The representation of women offered by these works distanced itself from the progressive and proto-feminist model of the modern woman proposed in the pages of the first pepines of the Golden Age, giving centrality rather to the image of the traditional woman, a silent, servile, abnegated and virtuous figure promoted by state propaganda as the patriotic ideal in the 1940s in direct response to those alternative models.
In the 1990s, with the rise of what I call the feminist comics of Cecilia Pego and Cintia Bolio, we can observe a change in the paradigm, born from the interest espoused by these authors in taking charge of the representation of subjectivities and themes associated with female characters, denouncing oppression, the manifestation of machismo, and the conservatism of the medium in which they work.