Los máximos valores de carga que una madera puede resistir permiten establecer las aptitudes de uso como madera estructural, mientras que la densidad nos posibilita planificar programas de secado con fines de protegerla del deterioro de la actividad fúngica o lograr mayor estabilidad dimensional de los productos comercializados. Numerosos son los estudios sobre la aptitud productiva de esta especie, sin embargo, escasos en términos de calidad de su madera. Este aspecto es relevante considerando que las plantaciones de pino ponderosa están aportando materia prima en el mercado maderero local. Según Andia et al. (2007), en la actualidad el mayor volumen de madera procesada proviene de individuos de entre 20 y 28 años, con un alto porcentaje de madera juvenil. La presencia de este tipo de madera impacta negativamente en sus propiedades tecnológicas y en consecuencia en sus aptitudes de uso.