La investigación que lleva adelante la autora, se centra en un espacio concreto, un lugar específico, el del barrio; y así, de lo particular a lo general, tanto Cucurto, Casas como Incardona van entablando una relación sinestésica con el espacio que recorren y habitan. Pero esa experiencia que no es otra que la del deambular urbano, no supone un vagabundeo incierto, sino un itinerario que, guiado menos por la búsqueda de un saber que por la necesidad de (con)fundirse —para emplear un término utilizado por la autora— con lo público, se va impregnando en los escritores del corpus, “transformando esa vivencia en algo único” (p. 16). Y esto es posible dado que el barrio que, no en menor medida, parece construirse y funcionar como un satélite de la ciudad, se organiza en sí mismo como universo autónomo de sentido, capaz de abarcarlo y contenerlo todo: lo local y lo particular, lo íntimo y lo público, lo individual y lo colectivo, lenguajes, disciplinas, soportes, tecnologías, en pocas palabras: producciones simbólicas mediadas por el trabajo escritural.