Desde la década de 1960, especialmente a la luz de lo que en las ciencias sociales se ha denominado la disolución del consenso ortodoxo, las interpretaciones sobre los autores considerados clásicos dentro de estas disciplinas, junto con distintas metodologías y técnicas para la construcción del conocimiento social, han sido discutidas y reelaboras en distintas ocasiones. Además, resultaría un esfuerzo inútilnegar que buena parte de esos debates se han organizado en función de la crítica a quien retuvo, hasta mediados del siglo XX, la autoridad sobre la exégesis del canon que habría constituido la piedra fundacional de dichas disciplinas;me refiero a la figura de Talcott Parsons. Así, la operación de lectura parsoniana sobre distintos autores, especialmente sobre Max Weber, ha sido un foco de crítica permanente en las últimas décadas. En este sentido, podríamos incluir a Weber en Iberoamérica dentro de ese campo de estudios. Además, habría que señalar que esta producción colectiva tiene el mérito de incluir dichas discusiones, en el interior de un programa de estudio sobre la trayectoria recorrida por las ciencias sociales iberoamericanas desde 1945 en adelante, evidenciando una decisiva afectación de la lectura parsoniana de Weber sobre ese espacio académico.