Es preciso dar al principio cosmológico su verdadero alcance, pues si fuera incorrectamente aplicado podrían viciarse nuestras inferencias. El nudo de la cuestión está en que el principio se refiere a muestras de universo suficientemente grandes como para que las inhomogeneidades se reduzcan a fluctuaciones locales que no interfieran con aquellos elementos de información realmente comparables. En otras palabras, las muestras dicen ser lo suficientemente grandes como para que en ellas se definan valores medios comparables al resto del universo. Y aquí surge el problema de cuán grande es la celda mínima sobre la cual pueden definirse valores medios no viciados. Recientes investigaciones de Morgan muestran que existen fluctuaciones del contenido estelar de las galaxias, que son del orden de las dimensiones de cúmulos y nubes de galaxias.
Aquellos objetos astronómicos que posean por 10 menos una característica medible para lo cual es posible definir un valor medio y su correspondiente dispersión, se dicen ser indicadores de distancia, si resultan comparables con los correspondientes a nuestra vecindad, por ejemplo la Galaxia; en el sentido de que una permutación de estos por aquellos no alteraría la postulada homogeneidad del universo.
Si consideramos eliminados los factores de error en las mediciones, restaría una dispersión, llamada dispersión cósmica, que mide el valor intrínseco de los objetos en cuestión como indicadores de distancia, es innecesario decir que los únicos de interés práctico son aquellos que poseen una pequeña dispersión cósmica y valores medios que los tomen fácilmente observables. Con los presentes métodos sólo es posible establecer tres categorías de indicadores de distancia: fotométricos, geométricos y las velocidades raciales. Las posibilidades de estas últimas son muy grandes, pero es preciso establecer primero la constante de proporcionalidad en la ley de velocidad, y ello sólo puede hacerse recurriendo primero a otros indicadores.