A lo largo del año 2012 se abrió un proceso de movilizaciones y acciones colectivas en contra del gobierno nacional de Cristina Femández de Kirchner en el cual la "clase media" se presentó como actor principal de la protesta a pesar de las distintas miradas con que los medios de comunicación construían los hechos. Los primeros cacerolazos comenzaron de manera incipiente en junio de 2012 hasta constituirse como sucesos paradigmáticos el 13 de septiembre y el 8 de noviembre de 2012 y el 18 de abril de 2013. La visibilidad e importancia pública que tomaron, al igual que el conflicto "Campo-Gobierno" de 2008, nos permiten considerarlos como momentos disruptivos cuyas especificidades radican en marcar puntos de inflexión en los planes de gobierno a partir del realineamiento de alianzas y de las posiciones políticas, configurando un nuevo escenario y poniendo en entredicho la legitimidad del proyecto político kirchnerista. Si bien ello es lo que viste de importancia a tal proceso político, en lugar de analizar el papel de la hegemonía aquí se ha de colocar el énfasis en las relaciones entre las clases medias, la moralidad y la política para intentar dilucidar qué discursos y representaciones sobre la "clase media" se conjugaron y reconfiguraron desde la prensa gráfica nacional en los procesos de acción colectiva del 13S, el 8N y el 18A, atendiendo a la importancia que tienen los medios en la construcción de sentido de la realidad social y a las huellas fundantes de lo que se consideró clase media argentina desde los inicios del concepto a mediados del siglo pasado.