Esta pregunta que inicia mi charla tiene una doble intención. Por un lado saber si realmente sentimos al sonido como lo que es, una manifestación física que existe per se; y por otro lado, si somos capaces de “audirlo” en toda su dimensión existente, sin discriminar su tipo, calidad, función, estética o condición. Es decir, si somos capaces de incorporar lo sonoro a nuestra vida en forma plena, o si por cuestiones educativas, culturales, legales o sociales, seleccionamos arbitrariamente lo que hay que escuchar de lo que se oye. Así entonces desarrollaré algunas ideas que proponen devolverle al sonido lo que le pertenece: su identidad autónoma e independiente de las resignificaciones que el hombre le asigna.