Incapacitado para quedarme quieto una vez iniciada la aventura, como cuando a los doce empecé y no pude parar de escribir, a los veinte tantos me paso lo mismo con el freestyle. Lo descubrí en su fase más benigna, alejado de las calles donde supuestamente se cocinan realmente sus significantes. Lo conocí en un taller, lo adopte como herramienta de expresión, hoy trabajo para él y pretendo que a las mayorías llegue como lo que es, una herramienta de expresión.