Joaquín V. González ha sido exaltado a clásico de la literatura argentina, a autor que se estudia en las clases secundarias y universitarias; el reclamo docente hace que se reimpriman algunos de sus libros, en especial Mis montañas, sin que el número de ediciones sea un índice de los lectores comunes, poco atentos en nuestros días a los temas y el lenguaje de González. Por otra parte, hasta los especialistas muestran un conocimiento parcial de la obra: casi siempre se la presenta con los mismos pasajes antológicos, se citan los mismos capítulos y se elogian rutinariamente las condiciones de visión y estilo celebradas por Bartolomé Mitre y por Rafael Obligado en el momento de aparición de los primeros libros literarios del autor. El aprecio consuetudinario termina por situar a González entre los renovadores de a tradición regionalista, ligándolo a formas del costumbrismo que a fines del siglo pasado trató de oponerse al cosmopolitismo galicado de los modernistas.