.Al volver de Samay Huasi, todavía bajo la impresión de su fuerza evocadora, me puse a cavilar sobre lo útil que es para el conocimiento integral de las figuras preclaras visitar los lugares donde pasaron sus mejores momentos, ver todo cuanto ellos vieron —los elementos de su vivienda y sus habituales panoramas— y gozar también de sus mismas satisfacciones espirituales. Y con esto del recuerdo vivo y de la sugestión que nace de las cosas viejas significativas, seguí pensando en lo poco que generalmente se estiman y se frecuentan, en nuestro medio y en nuestro tiempo, los sitios que unen nuestro momento con un fecundo pasado nacional. Y otra vez aquello del viejo antagonismo entre los valores permanentes de las tradiciones y ese impulso que pretende construir una cultura en el aire, desraizada, sin compromisos seculares y sin planes hacia un preciso futuro.