El l Dr. González declaró en su memoria al gobierno de la Provincia de Buenos Aires (febrero de 1905), que la ciudad en su desarrollo de veinticuatro años no había “llegado a formarse una vida enteramente propia ni a asumir en toda su intensidad la dirección de los destinos de la vasta colectividad sujeta a su hegemonía". Y agregó: "Le falta sin duda definir con más singularidad su carácter e importancia social y política, y esto vendrá por sí mismo cuando sea foco de atracción e irradiación de una gran corriente de cultura, que no sólo satisfaga todos los anhelos y necesidades de la Provincia sino los que ya he mencionado en el orden más dilatado de la vida nacional".
El establecimiento de la universidad determina la transmutación prevista por González: importantes construcciones agréganse a las monumentales que acompañaron la fundación de la ciudad; estudiantes procedentes del interior del país acuden a La Plata en número considerable —antes lo habrían hecho a Buenos Aires o Córdoba—, atraídos por las claras excelencias que la flamante universidad exhibe influida de un espíritu nuevo, y se incorporan de lleno a la vida de la ciudad, que les acoge con simpatía y se complace en sus particularidades provincianas; la satisfacción de las necesidades generadas por el funcionamiento de los numerosos institutos universitarios y el sostén de una importante población estudiantil, inciden favorablemente en algún grado sobre la economía de la ciudad; figuras relevantes de nuestra intelectualidad rigen los organismos universitarios o regentean sus cátedras y, en el aula magna y otras tribunas de la universidad, disertan sabios extranjeros de la talla de Altamira, Posada, Nerts, Cárpena, Vállée, Rovve, Ferri, Ferrero y Alvarez (Alejandro).