Es una invitación a meterse sin permiso en la intimidad de Eva, la Negrita. En este recorrido es necesario poner el cuerpo para recorrer el espacio que obliga a observar, escuchar, esquivar, enredarse en los recuerdos que componen este gran hilo de la historia que no tiene un orden acético ya que van, vienen se mezclan, se anudan, se vuelven confusos y como pueden se asoman a la claridad. Envejecer no es una opción, es inmanente a la vida, cómo lo hacemos si es una opción. El (des)Nudo de Eva puede existir porque ella lo compartió, pero también porque hay otro que la descubre transformándolo en una pieza de construcción continua.