Hechos y circunstancias de distinta naturaleza acaecidos en la vida de Piedra Buena se fueron encadenando, para complicar cada vez más su situación económica. Fue cu lo peor de esta crisis, cuando resolvió solicitar un préstamo que le permitiera continuar con sus actividades. El punto de partida que lo obligó a tomar esta seria decisión se ubica entre 1868 y 1869, años durante los cuales naufragaron en forma total sus dos naves pequeñas, Carlitos y Julia, soportes necesarios para incrementar su actividad pesquera en procura de mayores recursos.