Más que presentar un nuevo escalón en la producción de Leonor Arfuch, La vida narrada: Memoria, subjetividad y política hilvana una trayectoria que sigue peldaño a peldaño la travesía de su labor crítica. Este volumen pertenece a la colección Zona de Crítica, dirigida por Roxana Patiño, y en esta línea la confección y organización de su contenido parece obedecer al desafío de armar un volumen nuevo que a la vez articule un recorrido más o menos significativo de la producción de la investigadora, evitando al mismo tiempo la yuxtaposición de artículos desconectados entre sí.
En este itinerario, Arfuch traza una búsqueda que se inicia con la percepción del protagonismo del yo en las últimas décadas, del individuo en desmedro de la comunidad, explorado por los denominados “giro subjetivo” y “giro afectivo”. Los medios de comunicación masiva hurgan en la intimidad de los famosos y exhiben las vidas comunes en la crónica roja, en los talk shows o en los reality shows; las redes sociales muestran una continua vida on line, y la política destaca el carisma, la personalidad y la vida privada de los candidatos en lugar de sus ideologías. Incluso en las investigaciones de las ciencias sociales y en el arte las experiencias individuales permiten analizar las tramas de lo social e interrogar las huellas de una subjetividad proteica y cambiante en el interior de esta “sociedad afectiva”. Esta reconfiguración de la subjetividad contemporánea se vehiculiza en el desarrollo, expansión y complejización del “espacio biográfico”, donde se cruzan los géneros clásicos de las memorias, autobiografías, biografías, diarios íntimos, correspondencias con las formas híbridas —el documental subjetivo o la autoficción característicos de arte— y con los aportes de la historia oral y las autobiografías intelectuales en las ciencias sociales. En uno de sus libros más emblemáticos, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea (2002), Arfuch revisa estos géneros biográficos.