Jorge Saborido, arremete nuevamente contra los grandes dilemas del siglo XX. Escribir sobre la Revolución Rusa es cosa de audaces o de locos. Sabe que escribe bajo presiones indescriptibles, y que cuando se encuentra dominado por la idea de que debe narrar momentos de cambios, debe tener presente que no sólo se trata de representar tiempos de hazañas fabulosas, sino fundamentalmente de que esas hazañas no lo transformen en un vengador del futuro, un juez que se presenta ante las partes, levantando a los caídos y derribando a los soberbios.
Por eso, hace bien en centrarse en los procesos histórico-sociales de modernización y arcaísmo, industrialización y ruralización, dirigidos hacia el progreso y el atraso conservador de la clase política:
Fenómenos que caracterizaron la Historia Rusa del Siglo XX y que ya estaban presentes en el siglo XIX, en forma de contraste entre la acción reformadora y la inmovilidad del poder zarista que fueron desafiados por La Revolución.
El análisis del autor pone la mirada en estas peculiaridades históricas e introduce al lector en las reformas relacionadas con la administración local, la educación, la justicia y el ejército que respondieron a la necesidad de centralizar y unificar un imperio compuesto –principalmente- de campesinos en condiciones de servidumbre.