El “sentimiento de inseguridad” constituye un tópico central y recurrente de la vida cotidiana y de la agenda política y mediática en la Argentina:
discusiones acerca de cómo interpretar índices y cifras divergentes, emergencia de diversas organizaciones de la sociedad civil, cambiantes políticas públicas, escenarios mediáticos de pánico moral y expansión del mercado de la seguridad constituyen, entre otros procesos, un entramado complejo y de límites borrosos que en sus versiones más simplistas se reduce a la pregunta acerca del estatuto ontológico de dicho sentimiento: ¿expresión subjetiva (reflejo más o menos adecuado) de una transformación social objetiva o distorsión subjetiva (desplazamiento) respecto de la realidad que nos habla de “otra cosa”? La relevancia de una investigación sociológica que tenga como desafío abordar ese heteróclito y cambiante universo está fuera de discusión; de igual magnitud son los riesgos de quedar atrapado en ese universo que se quiere conocer.
Es precisamente este obstáculo el que la investigación de Gabriel Kessler sortea con singular éxito y la distingue de muchos otros abordajes de un problema (social, político y académico) relevante. La clave reside en la combinación de rigurosidad y creatividad en la construcción analítica del objeto de investigación.