En la actualidad se presenta tras la Región Patagónica, un imaginario a nivel mundial que proyecta sobre la misma, la imagen de región “virgen” o poseedora de una “naturaleza pura”, sin embargo este escenario sólo puede ser atribuido a la franja cordillerana y costera de la región.
Esta falta de correspondencia, que puede extender determinados atributos a una región a través de sus imaginarios, llama la atención por su poder convocante, pudiéndose decir que la emergencia de los mismos, se forma en un contexto de resurgimiento de los ideales del romanticismo y naturalismo del siglo XIX, promovido a partir del movimiento ambientalista, nacido hace cuatro décadas, y que al presente se extiende mundialmente.
En esta región se perciben claramente dos paisajes particulares de la misma, la meseta y la cordillera a través de sus elementos característicos, que incluso en el caso del ambiente mesetario aparentemente monótono registra contrastes internos. Por lo que en el ambiente que domina la extensión de la Región Patagónica, la meseta o gran planicie árida, presenta variaciones, es decir, se fractura y se eleva a manera de grandes bloques, con un sentido ascendente hacia el oeste de la región (alcanzando alturas de hasta 1.000 m.s.n.m.), siendo una de sus características principales la aridez y asociaciones vegetales “en cojín”, que en su conjunto constituyen la típica vegetación esteparia.
El contexto de esta investigación se centra en la franja denominada “de transición” (concepto desarrollado en apartado I.3.3) entre el ambiente cordillerano, llamado en el subcontinente americano como “Cordillera de los Andes” y el ambiente Mesetario, por lo que a los fines de la investigación pasará a designarse como paisaje de transición Mesetario-andino.