Es evidente que esta nueva realidad económica y política, globalizada y horizontalizada, genera un cambio en las preocupaciones, demandas y prioridades de la sociedad y en consecuencia, genera para el municipio un nuevo rol que adquiere un peso específico aún mayor en la consideración de la gente, que aquellos tradicionales.
El peso de esta realidad le impone al municipio la responsabilidad de liderar, de gobernar, de conducir. De dotar a su Comunidad de una estrategia de desarrollo y de promover, facilitar y coordinar acciones para implementarla.
Pero para esto, es necesario contar con objetivos claros y compartidos por la gente, con un plan que los contenga y con una estrategia para alcanzarlos. La sensación que el rumbo es el correcto debe ser generalizada, y esto implica que todos deben sentirse incluidos en el beneficio, en consecuencia, el proceso debe ser necesariamente participativo y concertado.