En su esfuerzo por conocerse a sí mismo, por develar el misterio que se oculta celosamente en su interior, el hombre ha orientado su curiosidad en direcciones divergentes, ha forjado muchas imágenes de su propia vida, pero nunca se ha sentido reflejado del todo en ninguna. Parecen condenadas de antemano a rozar en vuelo tangente el objeto esquivo. Es verdad que en el arte se percibe con más relieve y color el retrato de la vida. Pero la imagen se conserva a prudente distancia del original. Y más lejos aún están las fórmulas en que la ciencia ha querido apresar esa compleja realidad. Quizá un esfuerzo encaminado a coordinar conceptos e imágenes, cuyas diferencias obedecen a enfoques impuestos por la diversidad de los puntos de vista, lograse rescatar, a través de sus múltiples y variadas maneras de ser, una parte considerable de esa extraña realidad que es el hombre.