La idea de proyectar a Tres Arroyos hacia un modelo de gestión participativa entraña un cambio cualitativo en la forma de administrar los territorios municipales, y pone el acento en la necesidad de descentralizar las estructuras y funciones de gestión con el espíritu de favorecer una cultura de relación entre el gobierno local y los ciudadanos, y de garantizar servicios de proximidad y oportunidad.
La búsqueda de la sustentabilidad ambiental da cuenta de la preocupación por encontrar un equilibrio en el uso y apropiación del patrimonio natural y construido, de forma de garantizar las condiciones de vida deseables para el mejor desenvolvimiento de las generaciones presentes y venideras.
Junto a estas premisas, se plantea consolidar su estructura económica y social basada en un sector agropecuario diversificado, entendiendo que el "campo" constituye por definición la base genuina de la tradición productiva tresarroyense y el eje de las actividades productivas diversificadas; pero también que para consolidar el camino de la diversificación deberá insertarse en los nichos más competitivos y dinámicos.
Para ello es de capital importancia aunar la experiencia en la producción y las capacidades de generación de nuevos conocimientos y tecnologías -un instrumental de saberes raramente concentrados en un mismo territorio- aprovechando el conocimiento acumulado de productores, proveedores de servicios y establecimientos educativos, y el know how de base tecnológica de la Chacra Experimental Barrow. Este valor diferencial no sólo debe constituirse en el soporte de la actividad agropecuaria desde su faceta primaria, sino que también deberá trasvasarse eficientemente a la agroindustria contribuyendo a su relanzamiento.
La apuesta se complementa con una resignifícación de la actividad turística, remarcando su rol fundamental dentro de la estructura económica del partido como actividad complementaria del sector agropecuario y el rol que en conjunto asumen en la atracción de inversiones y la generación de empleo.
En los nuevos escenarios de gestión democrática, el desafío de la complementariedad regional adquiere mayor corporeidad en la medida que los gobiernos locales son capaces de traducir sus aspiraciones y esfuerzos en un marco de asociatividad regional "abierta" que multiplique sus propias posibilidades y ventajas.
Finalmente, y en términos de viabilizar un proyecto tan ambicioso como posible, se resalta el rol que debe consolidar al Estado como planificador y gestor de las acciones concertadas. Para ello se parte de la base de que una gestión concertada y abierta es aquella que es capaz de concebir que puede ayudar a la sociedad a progresar respetando profundamente a los ciudadanos, como personas capacitadas para concebir ideas y proyectos de utilidad para toda la comunidad. La capacidad de "escuchar" debe acompañarse de una gestión innovadora que pueda adaptarse a los rápidos y constantes cambios que se producen en la actualidad, brindando las mejores y más oportunas respuestas.