La integración energética, desde hace varias décadas, se ha planteado como una gran oportunidad que contribuye activamente con el desarrollo de los pueblos, países y regiones alrededor del planeta. Su riguroso cumplimiento y su complejo funcionar son sinónimo de grandes esfuerzos a ser alcanzados en mediano y largo plazo, que requieren el desarrollo en conjunto de todos los elementos (estado, sociedad civil, empresas, etc.) que conforman este tipo de integración a niveles regionales. Siguiendo varios ejemplos de mercados energéticos exitosos, está oportunidad se plantea como una herramienta óptima con grandes resultados a favor de la dinámica de la economía, el comercio y la producción para la región andina; lo que significa, a la vez, un verdadero desafío para todos los elementos participantes en este tipo de iniciativas.