Hemos explicado que se concibe la región como un sistema dinámico de interacciones físicas, ambientales, sociales y económicas compuesto por subsistemas naturales, productivos, institucionales, culturales, en las que se articulan los pares híbridos de base dialéctica: capital y trabajo, recursos naturales y sistema productivo, fijos y flujos, objetos y acciones, con identidad propia, en el que es clave la existencia, densidad y fortalecimiento del tejido institucional así como los mecanismos y procedimientos, de legitimación del sistema asociado de decisiones que supone las relaciones intergubernamentales y gobierno sociedad en un territorio dado.
De aquí que resulte necesario construir y consolidar un nuevo significado del territorio, articulado e integrado en sus dimensiones administrativa, social, espacial y productiva, en el que se consensúe a través de mecanismos participativos un proyecto político que incluya las estrategias de promoción del crecimiento económico y social con equidad y sustentabilidad ambiental, la generación de condiciones de competitividad que viabilicen la inserción en el escenario global bajo premisas que prioricen el uso racional de recursos y el fomento de los procesos tecnológicos y la transferencia de tecnología. En consecuencia la regionalización ”es un instrumento para implementar nuevas formas de gestión y articulación entre lo local y lo provincial, tendiente a dar respuesta a las necesidades locales, descubriendo así el valor de las macro y micro regiones, que trascienden a los municipios y permiten potenciar la voluntad asociativa de los mismos y superar problemas comunes” de modo que sean los propios municipios los que definan nuevas formas de organización y procedimientos.