Uno de los principios básicos de la Medicina Paliativa dice "no se trata de prolongar la agonía ni acortar la vida" sino permitir que el proceso natural de la enfermedad proceda, en la medida de lo posible, con la menor intervención médica que sea posible. Tanto el encarnizamiento terapéutico como el nihilismo constituyen excesos incompatibles con una atención médica adecuada.