El problema de la falsedad enfrentó a Platón con los sofistas de su época e indirectamente con el "padre Parménides", de cuya ontología derivaba la tesis sofística de la imposibilidad de lo falso. Si no hay no ser y es imposible pensarlo o decirlo -argüía el sofista apelando, hábilmente, a la autoridad del fundador del eleatismo- es imposible pensar o decir algo falso, ya que la falsedad no es otra cosa que pensar o decir "lo que no es". A combatir este argumento se consagraron los esfuerzos de Platón en el Sofista, uno de cuyos principales logros es brindar una solución definitiva al problema. Al cabo de una ardua investigación que ocupa buena parte del diálogo, Platón consigue por fin demostrar que el discurso no es forzosamente verdadero sino que puede, en ocasiones, ser falso, al consistir en una combinación de nombres por cuyo medio nos es dado reproducir lo que es tal como es, pero también como no es.