La Humanidad —como su hábitat, el mundo— evoluciona y se transforma a una velocidad nunca antes registrada: la verdadera revolución científico tecnológica y en particular el avance en las tecnologías de la información y de la comunicación, desencadenado en las últimas décadas, generó tanto o más conocimiento que el que fuera capaz de producirse a lo largo de toda la historia. La aceleración del crecimiento poblacional se transformó en un signo de nuestro tiempo desde los inicios del siglo pasado, cuando todavía éramos mil seiscientos millones de habitantes. Hoy, cuando somos siete mil, mil más que hace una década, verificamos que además, nos fuimos a vivir a la ciudad. El mundo se urbanizó, y de algo más de 300 millones de habitantes viviendo en ciudades a principios del siglo XX pasó a los más de tres mil quinientos millones actuales.