Una cultura tan remota y rica en matices y significados, de tal relevancia para la configuración posterior de lo que sería la así llamada “Cultura Occidental”, no puede sino allegarse a nuestros días sino fragmentariamente y a través de múltiples mediaciones, operaciones de intervención sobre dichos materiales, sean textos, monumentos, testimonios, en fin, de esa fructífera época. Cuando me refiero a la riqueza no aludo necesariamente a ideales de felicidad y dicha, equitativos, sanos y saludables para la totalidad de la población griega, sino a grados de relevancia en la influencia sobre la contemporaneidad y el pasado más remoto y más reciente de dicha cultura así llamada helénica.
Ahora bien ¿cómo salva la autora el riesgo de anacronismo de toda interpretación del pasado, así como el de usurpación de sentido de todo texto ajeno propio de la crítica literaria y filosófica, al que se suma la filológica en este caso? ¿cómo admitir las felonías de una cultura vistas desde la nuestra? En principio con un calibrado y hondo conocimiento del tema que aborda así como de un abordaje respetuoso y no unidireccional, autoritario. Más urde la posibilidad de un sentido entre otros, cuya apertura deja en suspenso.
El presente volumen no fue publicado como tal, esto es, como una decisión autorial totalizante. Es, en cambio, una construcción producto de la reunión de una serie de textos cuya afinidad evidente (el versar sobre la literatura y la filosofía griegas, con el consentido y declarado afán de “popularizarla” más aún que la francesa contemporánea a la de la autora de estas páginas) ha posibilitado el hecho editorial de su conformación.