«La tierra le ayuda a hacer la transición entre su lugar de origen y su nuevo hogar. » (Aisenberg, 2019, p.513). El punto de partida de esta tesis siempre fue el mismo, la urdimbre de recuerdos que se entretejen al rememorar los paisajes y expresiones geográficas de la Patagonia. Un modo de establecer un puente entre dos puntos cardinales de mi querido Sur. Las expresiones geográficas y territorios de Comodoro Rivadavia (lugar donde nací) y San Carlos de Bariloche (lugar que visité en reiteradas ocasiones y que planeo habitar desde el próximo año) se fueron entrelazando en mis recuerdos desde que vivo en la ciudad de La Plata (lugar que habito actualmente). Estar lejos me genera la necesidad de volver a sentir esa sensación inigualable que uno percibe al encontrarse inmerso en esos paisajes. Se trata de una experiencia única que sucede al entrar en dialogo con el contexto, con la materia. La reiterada necesidad de volver a percibir esas sensaciones, fueron motivo de interés para explorar y explotar las posibilidades poético/matéricas de los minerales que conforman los paisajes sureños. Durante mi trayecto universitario, mis distintas producciones (cerámicas y no cerámicas) estuvieron atravesadas por el sentido de pertenencia a esa regionalidad. Es un modo de trasladarme (en una suerte de viaje espacio-temporal) por medio de mis recuerdos a esos lugares. Rememorarlos, apacigua la necesidad de estar físicamente en esa localidad.