En español
El presente artículo ofrece una crítica feminista al sesgo falocéntrico que el estructuralismo imprime al psicoanálisis. Para ello se examinan algunas categorías fundamentales tanto de Lévi-Strauss como de diferentes exponentes del psicoanálisis que refieren a la Ley simbólica del padre. Se acude al pensamiento feminista de Luce Irigaray y Luisa Muraro para, por un lado, desmontar supuestos universalistas y a-historicistas que perpetúan el lugar del padre como función ordenadora de la cultura y de la subjetividad y, por otro lado, imaginar la posibilidad de un orden que no hiper-metaforice la existencia de las mujeres en versiones defectuosas del Sujeto androcentrado. Asimismo se acude a las conceptualizaciones de Jessica Benjamin y Julia Kristeva en la búsqueda de parámetros de constitución subjetiva que den cuenta de una legalidad no reductible al orden simbólico del padre. En esa dirección se ofrece la idea de terceridad semiótica. Finalmente se señala la necesidad de reconocer la carga política de los marcos teóricos con los que contamos como punto de partida del requerimiento ético de transformar la realidad y hacer lugar a nuevos posicionamientos subjetivos.
En inglés
This article offers a feminist critique of the phallocentric bias that structuralism imparts to psychoanalysis, and the examination of some fundamental categories by Lévi-Strauss and different exponents of psychoanalysis that refer to the symbolic Law of the Father. The feminist thought of Luce Irigaray and Luisa Muraro is considered on one hand, to dismantle the Universalist and ahistoricist assumptions that perpetuate the place of the father as the ordering function of culture and subjectivity, and on the other, the possibility of an order that does not hyper-metaphorize the existence of women as defective versions of the Androcentric Subject. Furthermore, this article turns to the conceptualizations of Jessica Benjamin and Julia Kristeva in the search for parameters of subjective constitution that account for a non reducible legality to the symbolic order of the father. Therefore, the idea of semiotic thirdness is offered. Finally, the need to recognize the political burden of the theoretical frameworks that we use is shown, as a starting point for the ethical requirement in transforming reality and making room for new subjective positions.