Julio Ortega considera a Edgardo Rodríguez Juliá como "el heredero de esa larga tradición fugaz» hispanoamericana que es la de la crónica, subgénero que atraviesa distintas épocas y modulaciones «desde Colón, que creyó ver palmas como el primer escenario del paraíso hasta Martí que vio en la palma la promesa del huerto republicano", vinculando entre sí a variados autores tales como Alejo Carpentier, García Márquez, Luis Rafael Sánchez. Por su parte Rodríguez Juliá en diferentes entrevistas, en ensayos como "Tradición y utopía en el barroco caribeño", en numerosos pasajes autorreflexivos de sus crónicas como en una de las últimas publicadas, titulada "Cronistas", se incluye entre los escritores de crónicas, modalidad narrativa cuyo papel en la historia de la conformación de la literatura latinoamericana ha sido central. De su lugar imprescindible como gran relatora de hechos en los siglos de la conquista y colonización de América, hasta su importantísimo rol en el proceso de profesionalización del escritor finisecular durante el Modernismo, la crónica asume en la actualidad diversas funciones y reconfiguraciones particulares, destacándose por su marcada contaminación genérica.