¿Quién no tiene recuerdos de infancia de los actos con mulatas/os vendiendo empanadas, patriotas repartiendo escarapelas, granaderos o patricias mendocinas? El recuerdo brilla más si alguna vez fuimos elegidos para representar a San Martín, Belgrano o Moreno (aunque, claro, a las mujeres en general nos resultaba difícil sumarnos a una estirpe de héroes patrios mayoritariamente masculina). Y se vuelve más tierno o cómico si el acto en cuestión era una fiesta de fin de año, donde podían permitirse otros personajes más cotidianos, chistes e ironías.