1519. Cortés y sus hombres avanzan por territorio mexicano. En la costa de Cozumel tiene lugar un hecho que definirá la suerte de la conquista: el encuentro con los lenguas; metonimia de sus principales funciones: traducir y comunicar, tal como señala Margo Glantz. Así, en una primera instancia, la expedición tendrá noticias de dos cautivos españoles: Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar. El primero, que tiene esposa e hijos, decidirá quedarse; Aguilar, en cambio, pedirá ser 'rescatado' y oficiará como intérprete para sus coterráneos. Poco más adelante, adquirirán el 'bien' más preciado: la Malinche. Ambos lenguas harán posible, por distintas vías, una conquista simbólica y no solo militar. Tiempo después sus protagonistas -Cortés, Bernal Díaz- tanto como el historiador López de Gómara narrarán estas escenas, marcadas por el extrañamiento y la perturbación que produce la mezcla, lo imprevisto, lo "contaminado". En disímiles contextos, estos cronistas dan cuenta de sus impresiones sobre el otro y de la inquietante presencia del cautivo como figura problemática que interroga la definición del yo.