Verdadero emblema de la novela europea decimonónica, la mujer lectora también ha sido objeto de interés en las letras argentinas y cuenta con un breve pero valioso recorrido a lo largo de algunas novelas nacionales del siglo XIX. Su punto de arranque aparece con la protagonista de Amalia de José Mármol, en quien toma cuerpo la figura de la lectora romántica, esto es, una mujer de sensibilidad culta, custodia del hogar republicano y compañera fiel de su marido en las luchas contra la tiranía. Pero a medida que la lectura femenina se expande y su presencia va constituyendo una porción cada vez más gravitante del público, tal como parece demostrarlo el auge de los semanarios ilustrados y la inclusión continua y sistemática de novelas en los folletines de los periódicos, este perfil alimentado en las convicciones estético-ideológicas del romanticismo cede terreno ante una nueva figura que deja entrever más reticencias que entusiasmos con respecto a esa nueva realidad que significa el acceso efectivo de las mujeres a la cultura letrada.