“Poesía visionaria”, de un “erotismo místico”( Coddou 213); poesía atravesada por un “aire de eroticidad sana”( Rojas, Antología); poesía de “aproximación sensual obstinada” entre sujeto –poético- y objeto –del deseo- (Giordano 319); poesía que consuma ese “vacío donde el poeta y el místico coinciden” (Jiménez 187): de estas diversas maneras, entre muchas otras, heteróclitas y coincidentes, ha sido caracterizada la poesía de Gonzalo Rojas, desde su primer libro, La miseria del mundo (1948), hasta Oscuro (1977), volumen fundamental en el que reescribe, reformula, entrecruza y reinventa sus poemas anteriores, en una trayectoria en “espiral”, como la define Enrique Giordano.