Caras y Caretas, una de las publicaciones argentinas de mayor éxito hacia 1900, se identificó plenamente con los rasgos emergentes de la ciudad capital, afectada por un flujo inmigratorio sin precedentes y por los cambios de una modernización acelerada. El carácter heterogéneo y la lógica mercantil eran rasgos que la revista compartía con Buenos Aires. Ambas convocaban a la multitud heterogénea, y eran lugares de cruce y mezcla. Lo misceláneo, presente en la configuración formal y temática de la revista, coincidía con la presencia y circulación aleatoria de personas, objetos y mercancías en la urbe. Allí, como en la revista, se discutían los hábitos cerrados y tradicionales, mostrando el dinamismo de una sociedad (y una cultura) que cuestionaba los elementos restrictivos y liberaba las mercancías. En este marco, se exploran ciertas imágenes de la ciudad (el mercado, la calle, el balcón) que ayudan a comprender cómo la revista se representaba a sí misma en el espacio urbano.