En este artículo, nos proponemos examinar cómo el translingüismo de Puig se conjuga con apuestas muy personales de su proyecto artístico, ya que elegir una lengua en lugar de o en contra de otra raramente se debe al azar. Para empezar, es sintomático de la forma de Puig de situarse extraterritorial, como un exiliado permanente que veía con ojos extranjeros todas las sociedades donde había vivido. Pero va más allá, ya que encaja en el polimorfismo identitario que caracterizaba al autor argentino, en su empeño por ser múltiple y su voluntad de ensanchar los límites de la literatura.