La delimitación de los lugares ocupados por el althusserianismo y el gramscianismo en el marxismo latinoamericano ha estado en gran medida condicionada por una variable interpretativa que postula una necesaria incompatibilidad y exclusión entre ambastradiciones. Las intervenciones producidas en las décadas de 1980 y 1990 en pos de reconstruir el itinerario del gramscianismo en América Latina establecieron un sentido común en torno a la relación entre la circulación de la obra de Gramsci y la de Althusser en la izquierda latinoamericana: el auge del althusserianismo durante la segunda mitad de la década de 1960 habría bloqueado la difusión de la obra gramsciana y le habría otorgado a ésta la marca del prejuicio althusseriano; al mismo tiempo, el gramscianismo habría comenzado a ser hegemónico a medida que el althusserianismo perdía su interés a mediados de la década de 1970.