La reconstrucción de un proceso caracterizado por una articulación productiva entre marxismo, estructuralismo y radicalización, pareciera constituir, de antemano, un esfuerzo vano. El hecho de que ciertas corrientes del marxismo de finales de mediados de la década de 1960 se nutrieran de elementos provenientes de una tradición intelectual que contenía fuertes impulsos antihistoricistas y antihumanistas, redundó en una lectura marcadamente crítica del marxismo estructuralista por parte de diversas corrientes intelectuales y políticas del marxismo contemporáneo. En el caso de Althusser, la relación entre su propuesta renovadora de la teoría marxista y su pertenencia al Partido Comunista Francés (PCF), propició asimismo una inscripción de los debates en torno al marxismo estructuralista en la lucha política del movimiento comunista internacional de la década de 1960.