Si hablamos de síntomas contemporáneos y síntomas clásicos es claro que en el síntoma analítico está implicado el Otro social. Es decir, no es un síntoma que puede prescindir de la creencia y posición que tiene un sujeto respecto de su padecimiento. No puede separase de él ni objetivarse. Freud inventa el psicoanálisis como repuesta al padecimiento de una época, aquella donde reinaba la represión sexual y lee allí en la prohibición en la exigencia de la renuncia a un goce que la cultura impone, el malestar humano. De esta manera el síntoma es la expresión desfigurada de un deseo (sexual) reprimido. Esto quiere decir que tiene un valor de verdad que hay que revelar, descifrar, es decir, interpretar.