Hay política cuando no hay silencio en la ciudad. La política es asunto de seres hablantes que tienen un cuerpo. En ciertas circunstancias, hablar de política supone arriesgar la vida. En la medida en que tiene un cuerpo, el ser hablante se despliega en multitud. Cuando el ser hablante descubre que los otros son también hablantes, surge el temor de ser reducidos al silencio. El único real que merece provocar miedo, dice Jean-Claude Milner, es la multitud hablante (2013: 17).