"Vísteme despacio, que tengo prisa". Según el imaginario popular, estas palabras fueron pronunciadas por un gran emperador a su paje mientras éste, en su apuro, no hacía más que retrasar a su amo. Creo que este refrán resume toda una concepción y una estrategia en torno a la experiencia del tiempo en la modernidad. Frente a un contexto donde todo se desenvuelve velozmente, los sujetos se ven paradójicamente constreñidos a medir y planear cada una de sus decisiones sin dejarse llevar por sus pulsiones: mientras haya que actuar con prisa se debe resolver con pausa.Este artículo parte de esta reflexión y su temática se concentra en el estudio de los procesos de constitución del sujeto moderno a partir del análisis de una dimensión específica como la experiencia social y subjetiva del tiempo.